@jguaido tiene que aprender mucho de Sancho Panza. #VenezuelaTieneConQue
De Sancho tienen que aprender mucho Guaidó y sus consortes cubanos, obsesionados en llenarse la panza a costa de la soberanía de sus pueblos.
Caracas, Venezuela.–”Desde el cenit de mi lucidez, ¡bendito yo, oh paria enajenado!, les alumbro el camino con el estiércol rutilante de mis afanes”, se infiere en la jeringonza del mentecato “interino”.
Sancho Panza no, Juan Guaidó. Textualmente lo plasmó de otro modo en un tuit, pero es ese el significado del anuncio –una parte en inglés, imaginen por qué y para quién–: «Tendremos un nuevo encuentro con defensores de la democracia (democracy defenders) en Cuba», dijo.
«¿En Cuba?… Más bien en Miami», refutó alguien. «Increíble que este criminal no esté preso», añadió otro, en alusión al títere que alienta a sus consortes cubanos, «pacíficos opositores» que no rompen un plato, pero destruyen vidrieras, saquean comercios y apedrean centros de Salud, al estilo de los guarimberos venezolanos.
Todo apunta a la pretendida nueva puesta en escena de otra coproducción Washington-Miami, cuyos guionistas buscan quebrar la resistencia de Cuba.
Guaidó pretende algo más. Ya no agrada igual en la Casa Blanca y en la Unión Europea (UE), soportes, hasta principios de 2021, de su ficticio interinato presidencial que, a costa de recursos robados a su país y puestos en garra extranjera, le ha permitido engordar las arcas personales de él y su séquito «alibabático».
La UE nombró un representante ante el legítimo Gobierno de Venezuela, señal de que por fin reconoce como tal a Nicolás Maduro y a su ejecutivo, no al fetiche, como antes lo hacía EE. UU. Guaidó lo percibe, trata de seducir a los amos; por eso coquetea con sus iguales de Cuba, a riesgo de agrandar las bajas pasiones, en tanto un consumidor más del pastel USD.
Comediantes al fin, les gusta hacer reír con sus pantomimas: «Seguimos adelante para ver un continente libre», tuitea el interino de barro, al parecer desde la ínsula Barataria, aquella –de mentiritas– que un duque falseó para, supuestamente, ponerla en posesión de un Sancho Panza noble, pero ignorante, y burlarse de él.
Regresan divertidísimos diálogos de la magistral obra cervantina, en los dichos de un ridículo personaje con manía de presidente interino, cuya historia de mentirosos y chantajistas involucra a otro Duque (el colombiano); ¡vaya casualidad!
De Sancho tienen que aprender mucho Guaidó y sus consortes cubanos, obsesionados en llenarse la panza a costa de la soberanía de sus pueblos. Aunque el noble escudero de Don Quijote también era un mentecato, en él, a diferencia de los viles embusteros de don Garrote (el Tío Sam), la deslealtad no tiene cabida.