#FlexibilizaciónConsciente Venezuela frente al juego sucio de EE. UU.: ¿quebrar a Alex Saab? (II) #SomosCuba
“¡Alex, aguanta, que el pueblo se levanta!”, corea toda Venezuela.
Caracas, Venezuela.–«El negocio es quebrar a Alex (Saab), obligarlo a mentir, ponerle maquillaje al pretexto para la guillotina que nos hace falta en la garganta chavista. De paso disciplinaríamos el trasero, nuestro patio, donde a unos vecinos se les ha ocurrido la locura de darles importancia a los pobres. ¡Muy mal ejemplo el de Cuba! ¡Maldita Isla y su contagiosa justicia! Ahora resulta que a Venezuela también le dio por ser soberana, gobernarse, tener una democracia que no lo es, porque niega a la nuestra».
Perreta gringa pudiera ser la anterior, frente una realidad tan distante de aquella en que el yanqui garroteaba a sus anchas y a bajo costo en este país, entonces gran surtidor de la mesa transnacional. Hoy, el instinto de rescatar el «manjar» y retener otros que atesora en el continente, no lo deja tranquilo.
La bestia quiere a la Venezuela de antaño; intenta cortarle a esta la yugular, pero yerra en cada embestida. Ahora, con una carta detrás de la reja, se afila las garras frente a Alex Saab; «quiere obligarlo a mentir, convertirlo en un monstruo […] acusador falso contra Venezuela», denunció Nicolás Maduro.
Persistirá en ese afán el verdugo, al torturado le presentará un prontuario de culpas, le recordará, en verbo goebbeliano, que después de repetida mil veces la falsedad se hace verosímil, más aún amplificada con cañones mediáticos pensados para degradar la verdad, manipularla o, si es menester, «fabricarla» e «inyectarle» veracidad a los dichos, de modo tal que legitimen los hechos.
Tal maquinaria se mueve contra Alex Saab, y acaso lo subestima. Su tortura empezó en Cabo Verde, «bajo la oscuridad, en un hueco lleno de excrementos», añadió Maduro; «miembros del Gobierno de EE. UU. lo torturaron durante días, a golpes, le partieron tres muelas, le metieron electricidad».
Quizá no se frote las garras por mucho tiempo la bestia; pues el diplomático venezolano enfrentó la brutalidad con firmeza, y parece dispuesto a resistir lo que venga; «no tengo nada que colaborar con Estados Unidos», declaró Saab.
Una cosa calcula el bajo y otra piensa el erguido; «no mentir para favorecer a Estados Unidos en contra del que atraviesa un bloqueo inhumano (Venezuela)», dijo Saab en una carta que leyó su esposa en Caracas, ante una multitud enardecida, que cierra fila junto a su gobierno, en batalla contra la infamia. «¡Alex, aguanta, que el pueblo se levanta!», corea toda Venezuela.
La afrenta es a Latinoamérica, y al gringo no debe agradarle la réplica. Voces que reclaman a Alex Saab de regreso, hincan el oído yanqui desde la geografía que EE. UU. considera su «patio…», la región trasera donde, por lo visto, busca el rufián otro puntapié.