#CampeonaYCampeonesOlímpicos Su victoria es la de todos: A Cuba, ponle corazón. #YoSoyFidel
Disfrutar de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ha sido para muchos de las experiencias más emotivas, gratificantes y entretenidas en las últimas semanas. Tanto la cultura como el deporte, ambos tienen ese don de extrapolarnos de nuestra realidad, pues bienvenido sea ahora cuando vivimos por más de un año bajo la agonía de la pandemia.
A pesar de la diferencia de horario, que bien sacudió la habitualidad de los horarios de sueño, los juegos, emitidos por los Canales Olímpicos 1 y 2, en esta ocasión pudieron verse en alta definición y también levantaron, cuando se trataba de un cubano, un furor que, entre gritos y aplausos, se sentía en las cuadras lo mismo que de madrugada o al amanecer.
Con estas olimpiadas, los niños de casa, que, aunque se encuentran en cese de actividades escolares no pueden vacacionar por motivo de la Covid-19, aprendieron sobre ciertas disciplinas, otros que practican deportes se sintieron identificados y conmovidos, y los abuelos tampoco despreciaron la oportunidad para deleitarse con cada torneo.
El avance del internet en nuestro país, dígase los servicios de datos móviles y el Nauta Hogar, permitió que los campeones desde Tokio pudieran comunicarse en tiempo real con sus familiares y vecinos tras minutos de las victorias y nuestro presidente les expresara su satisfacción. Aunque pudimos verlos por un simple y fría pantalla, la emoción llegaba a vivirla cada televidente.
Facebook, una de tantas redes sociales, otra vez volvió a funcionar como plataforma principal para la divulgación de la cartelera deportiva del día, en videos se pudieron volver a reproducir las jugadas más estratégicas y definitorias, asimismo, funcionó como espacio para el debate y análisis no solo de los atletas cubanos sino en sentido general del estado de otros competidores.
Lamentablemente, ese odio despreciable y virtual que cada vez se nos hace más recurrente en las redes, entre los mismos cubanos, y casi que la gran mayoría, entre los que radican en el exterior hacia quienes habitan en esta Isla, por momentos quiso empañar la gloria y el talento de nuestros deportistas, pero no lo consiguieron porque sus medallas, ellos se las ganaron con su esfuerzo.
Esos que tanto dicen querer el bien de nuestro pueblo y que no paran de escupir mensajes por una supuesta libertad y caída de como dicen “dictadura cubana”, a esos no se les vio contentos con las victorias del espectacular luchador Mijain, del boxeador Julio Cesar la Cruz, y no estamos hablando de política, ni de comunismo, capitalismo, bloqueo, era un ambiente deportivo.
No quisieron reconocer sus victorias ni la de Cuba en este ámbito, lo pasaron por alto porque ni en sus muros o historias Tokio estuvo, como si las olimpiadas no hubiesen estado celebrándose. No podemos generalizar, pues todos no asumieron la misma postura, sí estuvieron los cubanos emigrados que se sintieron orgullosos de sus luchadores cubanos en Japón.
Sin embargo, hubo quien fue tan bajo y llegó a decir que no era momento de celebrar por las medallas y el desempeño y triunfo de los cubanos, por la situación epidemiológica de Cuba, ni que todos los países hubieran podido crear vacunas anticovid-19 y controlar la situación, al punto de que hoy día mostramos los menores números de la región en cuanto a enfermos y fallecidos.
Esos que tanto quieren nuestro bien, si ello fuera cierto, por qué insistieron en aguarles la victoria a los atletas, madres y entrenadores, por qué no quisieron aceptar la fuerza y preparación de nuestros olímpicos, por qué no los aplaudieron cuando el árbitro dio su victoria, por qué despreciaron las notas del Himno Nacional y la gloria de nuestro 14 en el medallero y esperaban con ansias la derrota de los nuestros.
Sin embargo, de este lado, sí hubo un pueblo que madrugó y compartió la alegría por las historias de WhatsApp y publicaciones en Facebook, sí hubo barrios en vela y súper conmovidos por el desempeño de toda nuestra delegación, somos millones repletos de orgullo por nuestros deportistas y dispuestos a ponerle corazón a Cuba, por el bien y la prosperidad de la nación.