Por Alirio Almao

Calificado como “sabio  y bonachón” por el premio Nobel García Márquez, Francisco Pividal, el gran estudioso de Simón Bolívar, primer Embajador designado por la Revolución Cubana y el principal organizador del “M-26-7” en Venezuela, nació hace ciento cuatro años (24-08-1916) en la población de Calimete, provincia de Matanzas de la República Socialista de Cuba. Cautivado por el sublime placer que se siente al consultar y leer parte de su vasta obra escrita, a Pividal le vengo siguiendo sus rastros desde hace más de 10 años. De su vigorosa personalidad como historiador, abogado, pedagogo, periodista, diplomático y revolucionario, se destacan tres valores importantes: La honestidad, el orden y la puntualidad.

Con relación a la honradez, predicó con el ejemplo y la austeridad. En su libro titulado “El  Movimiento 26 de julio en Venezuela y Quienes lo Apoyaron”, textualmente dice: … (…) “y siempre con la prédica de mi ejemplo, al que nadie puede señalarme actos de inmoralidad, deudas insatisfechas o apropiación indebida de lo ajeno”. Página 9. Este volumen es de lectura obligatoria para los interesados en saber Cómo?, ¿Dónde? y ¿Quiénes? participaron en los apoyos de todo tipo (dinero, armas y manifiestos políticos) que se dieron desde Venezuela a la lucha guerrillera de la Sierra Maestra en Cuba.

Su virtud de Caballero ordenado y puntual, está más que evidenciada, con la abrumadora cantidad de detalles, hechos y circunstancias que de manera amena narra Pividal en este trabajo.

Solo un hombre disciplinado en extremo, que siempre dejaba constancia del más mínimo elemento, se pudo permitir el lujo de escribir esta obra con tanta capacidad descriptiva y elocuencia. La primera edición de este texto fue publicada por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo de México en 1996, un año antes de morir el intelectual cubano. Por su importancia testimonial este libro con el auspicio del Embajador Rogelio Polanco, del Instituto de Historia Cubana, Presidido por René González Barrios y del Centro Nacional de Historia de Venezuela, encabezado por Pedro Calzadilla, se hizo una segunda edición que fue presentada el año pasado en Caracas, durante la conmemoración del 60 aniversario de la revolución cubana.

Por el interés que hemos tenido para difundir la trayectoria de este insigne académico, fui invitado por el actual Presidente del IHC, Dr Yoel Cordovi Núñez para hacer una breve pasantía en los archivos del que también fuera el Primer Diplomático Acreditado por la Revolución socialista para cumplir la honrosa función de Embajador en Caracas, cuya primera misión fue la de organizar la célebre visita de Fidel el 23 de enero de 1959.

El acceso a dichos archivos se produjo durante los días del 27 de agosto al 6 de septiembre del 2019. Atendido por la Lic. Yolanda Delgado, me sentía como minero buscando oro, que se tropieza con una beta con enorme cantidad del preciado mineral, pero que no tiene capacidad para llevarse tan formidable tesoro.

De esa estadía investigativa obtuve valiosa información para soportar los proyectos editoriales que aspiro materializar en 2021 y 2022. Entre los recaudos que pude revisar, esta una carta suscrita por el pensador cubano donde narra sus vivencias en Venezuela, luego del derrocamiento del Presidente Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948. Esa correspondencia, me permito comentar para los lectores, apelando sólo a los recuerdos que me brinda la memoria, ya que en el acuartelamiento por Covid-19, desde donde esto escribo, no dispongo de computador, ni servicios de internet ni teléfono vía CANTV.

En esa correspondencia expone Pividal que por recomendación del Embajador José Nucete Sardi fue contratado por el Ministerio de Educación para dar clase de Historia y otras cátedras en el Liceo Agustín Codazzi de Maracay. Así mismo señala que no habían transcurrido 50 días en esta actividad cuando se produjo el golpe de Estado.

A raíz del derrocamiento, Pividal fue llamado a Caracas y se le informó que su contrato había sido rescindido. El pedagogo que también era abogado, manifestó que no tenía problemas en regresar a su país, pero que debían cancelarle todos los efectos de la contratación que era por un año. Ante esta exigencia el Ministerio de Educación rectifica y deciden enviarlo para Barquisimeto al Liceo Lisandro Alvarado.

Frente a esta opción de ir al Estadio Lara, descubre que tratan de resolver una vacante por la ausencia de su titular, perseguido por la Junta de Gobierno. Pividal se niega a cumplir esta nueva oferta, argumentando que fue contratado para creación nueva y no para suplir ausencias de docentes. Y finalmente el Ministerio termina por dejarlo para donde originalmente está planificado en Maracay.

La anterior narración es un hecho nuevo y novedoso de la larga trayectoria del académico bolivariano, episodio que amerita una revisión histórica de mayor profundidad. Su actitud es un gesto que enaltece la condición revolucionaria de Pividal, al no prestarse como esquirol en este caso.

Desde 2016 cuando el Centenario de su nacimiento, hemos hecho el compromiso moral de reivindicar su memoria en todos los escenarios que nos sean posible, hoy, mañana y siempre.

El pasado 12 de febrero fue bautizado en la casa Amarilla de la Cancillería (salón Antonio José de Sucre) el libro del cual soy autor “Francisco Pividal Padrón, Biógrafo de Simón Bolívar”. La presentación estuvo a cargo del Embajador Jorge Valero, con palabras del también diplomático Dagoberto Rodríguez, Máximo Representante de Cuba en Venezuela y las correspondientes bendiciones al evento ofrecidas por el padre Numa Molina. Con un grupo de académicos en la capital de la República, están pendientes otras iniciativas que estamos seguro relanzarán la figura del pensador cubano que tiene el mérito de haber rescatado el pensamiento anti-imperial de El Libertador con su obra clásica: “Bolívar: Pensamiento Precursor del Antiimperialismo”.

*Alirio Almao, abogado Memorialista. Twitter @AlirioAlmao correo alirioalmao@hotmail.com

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